Las señales no son buenas para el presidente estadounidense, Barack Obama, en la búsqueda del apoyo en el Congreso -que vuelve el lunes de su receso vacacional de verano- para una acción militar limitada contra Siria en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del presidente Bashar al Assad.
Y el propio presidente lo sabe. "Sabía que iba a ser un levantamiento pesado", dijo Obama el viernes en una rueda de prensa en San Petersburgo al finalizar la cumbre del G20.
El presidente dijo comprender que "cualquier indicio de más implicaciones militares en Cercano Oriente va a ser revisado con suspicacia", una forma sutil de hablar dada la fuerte resistencia con la que se encuentran los miembros del Senado y la Cámara de Representantes en sus distritos.
Mientras Obama podría sentirse quizá en terreno firme en el Senado, controlado por su partido demócrata, no ocurre lo mismo en la Cámara de Representantes, donde la oposición republicana tiene la mayoría.
Según el diario "The Hill" y del blog político de izquierda ThinkProgress, entre 133 y 223 miembros de la cámara se inclinarían más bien por el "no", mientras más de 300 aún no han expresado públicamente su postura sobre Siria. La iniciativa necesitaría 217 votos para ser aprobada.
Obama se dirigirá a la nación en un discurso televisado el próximo martes para pedir apoyo y convencer al país de que el mundo sería "más peligroso", como dijo en San Petersburgo, si permite a presidente sirio Al Assad salirse con la suya tras el ataque químico del pasado 21 de agosto que se cree mató a 1.400 personas, entre ellas cientos de niños.
No está claro cuándo votará el Congreso la intervención militar tras su regreso de las vacaciones el próximo lunes. Ante los comités especiales de Asuntos Exteriores comparecieron ya la semana pasada los secretarios de Estado y Defensa, John Kerry y Chuck Hagel, respectivamente, y el jefe del Estado Mayor conjunto, el general Martin Dempsey.
Obama dijo que contactará a todos los miembros del Congreso sobre su voto, pero se ha negado a decir si seguirá adelante con sus planes si le dan la espalda.
Y es que mientras para unos todo lo que no sea una acción para derrocar al Al Assad sólo creará más reacciones violentas y represalias, para otros, incluyendo miembros del partido de Obama, incluso una acción limitada es demasiado. Muchos miembros del Congreso y expertos militares han cuestionado también la efectividad de la estrategia de Obama de un ataque limitado en forma y duración (entre 60 y 90 días).
El propio Dempsey no pudo responder a la pregunta de un senador esta semana de cuáles son los objetivos que perseguiría el Ejército estadounidense.
El general retirado Robert Scales aseguró que en el Ejército hay una sensación de vergüenza por el "amateurismo" de la administración Obama, asegurando que sus planes violan incluso los principios de la guerra "como el elemento de sorpresa" o la persecución de un objetivo claramente definido, escribió en el "Washington Post".
Obama reconoció que busca la aprobación del Congreso porque no podía apelar a otra de las condiciones que le habrían permitido actuar en solitario: no había una amenaza directa e inminente para Estados Unidos, ni tampoco el presunto uso de armas química por Al Assad tuvo un impacto directo para los aliados estadounidenses.
Obama se enfrenta también a la parálisis en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia, el principal aliado de siria, y China, bloquean cualquier acción, a lo que se suma la negativa de muchos países de apoyar una intervención militar sin el visto bueno de la ONU.
Pese a todo, el presidente considera que le debate es "bueno para nuestra democracia" y espera que el Congreso voten a conciencia lo que consideran que es correcto para el país.
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